jueves, 18 de septiembre de 2014

La Vida es Breve


Por Winston Orrillo

Tal el título de un libro que, en Ediciones Vicio Perpetuo, Vicio Perfecto, de Julio Benavides Parra, poeta él mismo y narrador, acaba de publicar y donde  reúne a veintiocho autores de varias generaciones, y no solo peruanos (hay autores de Portugal, Ecuador y Venezuela), todos aunados en la narrativa de apenas 300 palabras donde, sin embargo, caben todas las vicisitudes de la vida, desde el amor, el desamor, el crimen, el acecho y el misterio.

Sí, el misterio y la nostalgia del bien perdido. O la fantasía más desaforada, en la que aparecen críticas a la sociedad o al propio ser humano y sus vicisitudes más sorprendentes que abarcan el mundo real y surreal, la aparición –y desaparición de animales (perros, burros, serpientes) y temas religiosos, amen de alguna suerte de poema en prosa y lo onírico, como material sobresaliente en estos microrrelatos.

Por momentos estamos frente a la intuición, a la idea en agraz que, lo afirmo, en muchos casos servirá como incentivo para que, el propio lector, tienda a hacer su personal trabajo, en estos paradigmas de Vida breve, pero enjundiosa, y no exenta de crítica social, aunque por allí se filtre un reaccionario de pacotilla: me refiero a un autor nacido en Bellavista, Callao -de cuyo nombre prefiero no acordarme- para lo cual utiliza nada menos que a Cristo, para difamar a, verbi gratia, la gloriosa Revolución Cubana, a la que acusa, nada menos (en qué basural del Departamento de Estado ha tomado esta información apócrifa) de “esclavizar a su pueblo llevándolo a niveles grandes de miseria”. Bueno, al mejor cazador se le va la paloma.

Y esto de algún modo desmerece el gran trabajo el de Julio Benavides Parra que, incesantemente, nos obsequia textos de variada índole y de impecable factura como el de la portuguesa Gisela Mendonca, titulado “Cuidado con lo que deseas, no vaya a ser que se vuelva realidad”.  Igualmente es destacado el trabajo del ecuatoriano Patricio Guzmán Cárdenas, con su brevísima pieza, “La niña del columpio”.

Entre los peruanos, es obviamente relevante “Temple diablo”, del justamente famoso Carlos Calderón Fajardo, que, se nos informa, es parte de un libro de microrrelatos, aún inédito. Nuestro también conocido y estimado Maynor Freire, con quince libros publicados, poeta, periodista y narrador, brilla con “¡Papá, llévame contigo a Lima!”. E igualmente el excelente texto de Paco Moreno, que da nombre a su libro: “El otro amor de mamá”, Asimismo, relevante es “Un nombre aristocrático”, de Mario Centeno, de Huaraz. 

Lo que nos permite, además, señalar la importancia de  que este libro pase por encima del agobiante centralismo limeño y reúna a autores de provincias, como este mismo de Huaraz y otros de Ayacucho, Cusco (se reconoce a Mario Guevara, famoso especialmente por su “Cazador de gringas” y su conocida “Siete Culebras”, revista andina de cultura), Arequipa, Caraz, Ica, Chimbote, aparte, por cierto, de los capitalinos y del infaltable Callao.

Reconocemos, con afecto, el cuento de Eduardo Arroyo, la tierna historia de “Alph, un perro casero”. Hay, igualmente, una sorprendente historia sobre…nada menos que los Rolling Stones y uno de los mejores relatos es el de Pedro López Ganvini:” El hijo de puta de mi mejor amigo”.

El cuento de Julio Benavides Parra nos hace predecirle un buen destino como narrador, que se suma a su cada vez más ascendente camino en el anfractuoso mundo de la poesía.
Congratulaciones, pues, por este nuevo libro que, dentro de su incesante labor editorial, lo calificamos simplemente como necesario.

Que vengan más microrrelatos, querido editor, poeta y joven narrador infatigable.

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