domingo, 22 de febrero de 2015

Julio Benavides y una nueva antología de narración

Por Winston Orrillo

Como primera entrega conmemorativa del cuarto año de vida del joven y pujante sello, Vicio Perpetuo. Vicio Perfecto, su director, el poeta y narrador Julio Benavides, ha lanzado La nueva ola, una selección de 33 autores de cuentos, casi todos peruanos, pero con algún nombre foráneo. 


El volumen pertenece a la serie Narrativa, Colección Bicentenario, y tiene, como todos los que él publica,  gran calidad editorial,  muy bella presentación, y su característica de ser un volumen caleidoscópico, que no solo ofrece nombres con obra consagrada –como los de Eduardo González Viaña, Jorge Díaz Herrera, Ricardo Sumalavia,  Cronwell Jara, Paco Moreno, Maynor Freire, Mario Guevara Paredes, Jorge Luis Roncal , Eduardo Arroyo y Samuel Cavero Grimaldi, entre varios otros- sino que nos permite dar un vistazo a los que, recién iniciados, ya apuntan, con sus trabajos, a escalar posiciones hasta las antologías de consulta obligatoria.

En el libro que reseñamos hay de todo: desde un lenguaje francamente poético (el de Díaz Herrera), las referencias al dilacerado Perú de la década de la violencia (vid los relatos de Paco Moreno o Pedro López Ganvini), hasta la incursión en los meandros de “la Lima que se va” –o ya se fue hace rato- en el texto  “Vamos a  jironear”, de nuestro conocido y plural, Eduardo Arroyo Laguna.

Uno de los temas que más sobresalen es el de las reminiscencias de la etapa escolar y de la recién abandonada infancia, vigente en textos como los de Jorge Luis Roncal “La Promo”, o en el excelente de Mario Guevara Paredes, “Patrick”, y,  asimismo, en “La moneda”, de Luis Fernando Cueto, o el de Javier Gonzalo Bernal Aguedo, “Mi ropa de domingo” y  “Mi amigo Aldo”, de  Héctor Rosas Padilla.

Mas, también encontramos profundizaciones en el misterio, una cala en el suicidio del autor de Por quién doblan las campanas (imprescindible cuento de C. Jara Jiménez), un poco de terror, con el surrealismo adobado, en “La duquesa en el castillo”, de Maynor Freire o “Abril”, de Pedro Carlos Vargas Nalvarte; hasta arribar, aunque parezca mentira,  al cuento de Diana Lizeth Benites Meneses y su “El regreso del conde” , que es, nada más y nada menos, que el conocido y espeluznante Conde Drácula, chupasangre, paradigma de la oligarquía peruana, por decirlo de un modo edulcorado.

Otro acierto de esta antología es la inclusión de los nombres femeninos, que tanta presencia tienen en la literatura peruana ad usum.

Así, acá tenemos a  Maia  Brisa del Mar, Lourdes Mendoza Neyra, Viviane Schul,  Patricia Guisse y la ya mencionada Diana Lizeth Benites.

Muy relevante el cuento del colega ecuatoriano, médico anestesiólogo,  Patricio Domingo Guzmán.

Otra virtud del libro que reseñamos, es que arremete contra el odioso centralismo capitalino, e incluye textos de autores de Ayacucho, Arequipa, Huancavelica, Cusco,  Caraz,  Cañete, Chimbote, Cajamarca, Piura, La Libertad, el Callao, entre otros puntos del vasto territorio nacional.

Asimismo, los autores no todos provienen del venero de los estudios literarios, sino que los hay  de Bellas Artes, Electrónica, Sociología, Lingüística, Arqueología, Medicina, Administración, aunque –suena obvio- hay varios que profesan el bienamado Periodismo.

Los temas son igualmente plurales, desde el fútbol, los sueños (o pesadillas), la vida sórdida de los sectores marginales, los paisajes provincianos,  el amor y sus inevitables frustraciones,  el advenimiento del Apocalipsis, la ludopatía (en el texto de Julio Benavides), etc. etc.

Como colofón queremos manifestar que, no una sino muchas antologías –como ésta- son necesarias para difundir la obra de nuestros prosistas, la que , por otro lado, cada vez alcanza más relevancia.

Nos parece una gran iniciativa de la Editorial “Vicio perpetuo. Vicio perfecto” , al lanzar selecciones tan plurales y necesarias como la que llegó, ahora mismo, a nuestro escritorio.

Y, además, muy bien que se ponga la obra de los consagrados junto a la de los bisoños: esto les enseñará mucho a los nuevos narradores, y servirá, asimismo, para hacer más ubérrimo el panorama de la prosa de ficción que no por gusto, sea como fuere,  ya nos ha dado un Premio Nobel.

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